Hola, soy Gregorio. Nací en un pequeño pueblo de Hungría, donde el cielo parecía inmenso y las estaciones marcaban el ritmo de nuestra existencia. Crecí entre campos dorados y cielos abiertos, y fue allí donde nació mi amor por la luz. Pero no fue hasta que dejé mi hogar, con una cámara al hombro y un libro de linguistica en la mano, que descubrí lo que realmente significa capturar un instante.

Mi vida me ha llevado a lugares que nunca imaginé. Viví en Inglaterra, donde el gris del cielo me enseñó a encontrar la belleza en la sutileza. Fue allí, entre lluvias y calles antiguas, donde comprendí que las historias se cuentan en los pequeños detalles. En España, la luz cambió. Los colores vibraban, y las sombras bailaban en las esquinas de cada fotografía. Indonesia, por su parte, fue un sueño de contrastes: el calor y la humedad, las selvas infinitas y el océano que parecía no tener fin. Cada lugar ha dejado una marca indeleble en mi forma de ver el mundo.

La fotografía para mí es más que un simple arte. Es la poesía de lo cotidiano, es la búsqueda constante de aquello que, en el momento justo, se revela como una verdad profunda. Mis imágenes no buscan ser perfectas, buscan ser reales. Encuentro belleza en las imperfecciones, en las sombras tanto como en la luz. Para mí, ser fotógrafo es una forma de narrar mi viaje interno, de inmortalizar las emociones que a menudo se nos escapan.

Cada fotografía que tomo es un diálogo entre lo que veo y lo que siento. Es mi forma de compartir con el mundo lo que no siempre puedo expresar con palabras.